
A los conocimientos de la Qabalah, se le llamó la sabiduría divina, la eterna realidad de las cosas. Sus enseñanzas guían al ser humano por la senda de la búsqueda interior, hasta alcanzar la meta deseada: la Unión con DIOS.
Conocimiento que se encuentra más allá, de todo sistema dogmático o sectario. El saber, pertenece al librepensador, aquel que se liberó de todo límite. A partir de nuestra propia apertura de conciencia, penetramos y colaboramos con la evolución de la humanidad, empezando por nosotros mismos.
La luz de entendimiento que nos proporciona la Qabalah, nos servirá de guía para iluminar nuestro propio encuentro, y salir de la ofuscación, hallando en ello, la sabiduría de la vida fraternal entre todos los seres humanos.
Cuando nuestro ser descubre, el sentido trascendente y profundo de uno mismo. De los demás y de la vida, se produce un cambio, apropiado al lenguaje de cada ser humano en particular. A partir de aquí, todo se acelera y evolucionamos, entramos en una crisis de valores y crecemos. Se quiebran viejas corazas, modelos y puntos de vista; estructuras del ayer, que figuraban y esclavizaban, velando la realidad de nosotros mismos.